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Optimus, el humanoide, que acelera la encrucijada laboral

Arturo Herrera Socio de INNSPIRAL

Por: Arturo Herrera | Publicado: Martes 15 de octubre de 2024 a las 04:00 hrs.
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Arturo Herrera

A veces, parece que estamos viviendo la primera parte de una película de ciencia ficción. La semana pasada, Elon Musk presentó los últimos avances en robótica e IA de Tesla. Como parte del evento, “liberó” entre 15 y 20 robots Optimus para interactuar con los asistentes. Estos humanoides no solo conversaron con las personas -respondiendo preguntas como “¿qué es lo más difícil de ser un robot?” con un curioso tratar de parecer lo más posible a los humanos”-, sino que algunos también desempeñaron roles de barman, mientras otros simplemente bailaban, conversaban y entretenían al público. El precio proyectado para cuando Optimus llegue a una producción masiva será de US$ 20.000. Menos que un auto.

¿Qué desafíos presenta la masificación de esta tecnología? Pienso en la Ley de 40 horas, el constante aumento de los costos laborales para las empresas, la menor flexibilidad y una serie de políticas que hacen cada vez más competitivo -para las empresas- invertir en automatización de procesos, en vez de contratar personas. Desde el software esto ya está pasando. La banca viene cerrando y/o adaptando sucursales desde hace más de 10 años. Compañías implementan RPA para automatizar procesos repetitivos, chatbots para servicio al cliente y servicios sin interacción humana.

“¿Cómo competiremos contra un “trabajador” que puede operar 24/7 sin necesidad de descanso, sin costo de seguro de salud, sin contribuciones a un sistema de pensiones y que nunca se enferma?”.

Con Optimus, la historia adquiere otra dimensión. Este robot humanoide bípedo, se adapta perfectamente al entorno diseñado para humanos. Aprende a realizar nuevas funciones mediante repetición, facilitando su adaptabilidad a diferentes tareas. Combinado con un software que le permite establecer conversaciones fluidas con personas, lo transforma en una alternativa más que viable para toda la industria de servicios. Recepcionista, garzón, empleado doméstico, paseador de mascotas, asistente en centros de salud, en la agroindustria o en tareas riesgosas en minería y construcción. No es difícil imaginarlos incluso en roles como guardias de seguridad o soldados. ¿Cómo competiremos contra un “trabajador” que puede operar 24/7 sin necesidad de descanso, sin costo de seguro de salud, sin contribuciones a un sistema de pensiones y que nunca se enferma ni falta al trabajo?

Es muy difícil anticipar el futuro. Según un estudio de la OCDE publicado en 2018 por The Economist, en Chile un 55% de los trabajos está en riesgo de ser automatizados. Los trabajos que sobrevivan, probablemente, requerirán un mayor enfoque en habilidades técnicas, creativas y de gestión, lo que implica una transformación radical en las habilidades laborales. Si los trabajos manuales y repetitivos disminuyen, la educación tendrá que adaptarse para preparar a las nuevas generaciones para trabajos que requieran habilidades avanzadas en ciencia, tecnología, ingeniería, matemáticas (STEM) y habilidades interpersonales. ¿Alguien en nuestro sistema educativo está pensando en esto? Me temo que no. Desde la perspectiva de una empresa, la decisión parece clara: la automatización de operaciones ofrece aumentos significativos en productividad y rentabilidad. Ya están avanzando decididamente en esa dirección. En este momento, el reloj corre más rápido de lo que muchos están dispuestos a admitir.

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